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quinta-feira, junho 26, 2008

Teologia da adulação


Reverendo Martín N. Añorga

"Los seres humanos somos vanidosos por naturaleza y nos encantan los títulos, las deferencias y los elogios. A veces nos van quedando cortos algunos apelativos y nos vemos en la urgente necesidad de acudir a otros. Por ejemplo, hoy día hay clérigos que ya no se conforman con su identidad pastoral y optan por llamarse apóstoles a sí mismos, designación que antaño estaba reservada para los doce compañeros de Jesús en la trayectoria de su ministerio terrenal. Y existen, además, los que se auto clasifican como teólogos, distinción que tradicionalmente se aplicaba a los grandes pensadores y expositores de los más profundos temas espirituales.

En Cuba, en días pasados, auspiciado por el Consejo de Iglesias (CIC), se llevó a cabo lo que han dado en llamar un “Encuentro de Generaciones de Teólogos Cubanos,” evento que ha tenido lugar en la catedral episcopal de la Santísima Trinidad enclavada en el centro de La Habana. Es interesante descubrir de pronto cuántos teólogos hay en la Isla, reina de Las Antillas. Ya no se habla de pastores, ministros, misioneros o clérigos, ni aún de apóstoles, ahora la tarjeta de identidad clasifica como teólogo a cualquier sencillo predicador que haya colgado de su pared algún diploma que acredite sus estudios de seminario. Y en muchos casos, tal título no es necesario. Basta que alguien decida ser teólogo, y asunto concluido.

Reconocemos que actualmente el concepto de lo que es teología se ha convertido en una inmensa sombrilla bajo la cual se cobijan las más disímiles tendencias. No es de extrañarnos, pues, que existan grupos que desarrollen conceptos políticos y socio económicos con intenciones preconcebidas de apoyo a determinados regímenes y líderes, y que lo hagan en nombre de la teología. Ahora bien, el hecho de que reconozcamos esta realidad no invalida el derecho a nuestra oposición crítica.

¿Qué ha sucedido en La Habana con el “Encuentro de Generaciones de Teólogos Cubanos?. En primer lugar, este “encuentro” carece de una apropiada definición de términos, ya que se nos presentan como teólogos individuos que no son voceros de Dios, sino instrumentos dóciles del sistema comunista totalitario imperante en la Isla. Y además, existe una evidente desviación del propósito verdadero del pensamiento teológico. La teología no es el esfuerzo para comprometer a la iglesia con el mundo, sino el instrumento para emitir sobre el mundo el juicio y el veredicto de Dios. Los teólogos cubanos no tratan de influir en la sociedad, sino que se someten a la misma. Esa desviación conceptual los descalifica para ostentar el título que se han auto impuesto.

Por ejemplo tenemos a Pablo Odén Marichal, pastor de una parroquia en la ciudad de Matanzas, actividad que le da mucho menos orgullo que el de ser miembro de la llamada Asamblea del Poder Popular. Ahora se nos estrena como teólogo y diserta sobre el lugar del protestantismo en Cuba. El lugar que le ofrece al protestantismo es éste: “Antes de pedir espacios en la radio y la televisión para predicar el evangelio, y escuelas para enseñar la moral cristiana, pidamos espacios para pedir perdón a las familias cubanas por la discriminación racial en nuestros antiguos colegios y la discriminación de la mujer y de la juventud.”

Si ciertamente los líderes protestantes tienen que pedir perdón no es por los supuestos errores del pasado, sino por las cobardías y las traiciones del presente. ¿Por qué Odén y sus “compañeros teólogos” no piden perdón público por el silencio cobarde con el que aceptan la opresión, los abusos y las injusticias de un régimen despiadado que se basa en la discriminación , la intolerancia y el totalitarismo? ¿Han criticado los fusilamientos, han ministrado a los presos, han condenado la injusticia socioeconómica vigente en el país, o han dejado de ir a las tiendas diplomáticas para identificarse con un pueblo que vive al nivel de la más humillante pobreza?

En Cuba se han cometido injusticias oprobiosas en contra de ministros y sacerdotes, y lo que han hecho los jerarcas del Consejo Ecuménico, en lugar de extender las manos para ayudar a sus hermanos de fe, ha sido usarlas para aplaudir servilmente al opresor y al asesino de su propia gente.

Parte del programa del Encuentro de Generaciones de Teólogos Cubanos fue ofrecer un reconocimiento al “teólogo brasileño de la Liberación”, Fray Beto en agradecimiento a su libro, hoy día obsoleto, “Fidel y la Religión.” El viejo sacerdote revolucionario quiso inscribir un pensamiento para la historia: “vivir es un acto eucarístico”. Es lamentable que no haya explicado qué quiso decir con esto, pues lo cierto es que si la vida es un acto sacramental, las vidas de muchos de los personeros que le adularon se han convertido en una blasfemia y en una profanación.

En Cuba, y lo decimos con dolor, se ha inaugurado un nuevo sistema teológico que no vacilamos en describir como la “teología de la adulación”. El escoger a Fray Beto para exaltarlo es una forma de expresar adhesión al ya casi deshecho sistema teológico que pretende santificar los regímenes marxistas totalitarios con el pretexto de que promueven la justicia social, y el exponer un credo de auto confesión de pecados es una forma sutilmente cobarde de congraciarse con el tirano que a algunos les regala privilegios y a todos los demás les suprime los derechos.

Creemos, a pesar de todo, que es necesaria una convocatoria teológica para poner en perspectiva bíblico-profética el acontecer cubano a lo largo de estas últimas cinco décadas. Pero para ello necesitamos honradez de pensamiento, libertad de expresión y valentía para correr riesgos. Para que se cumplan estas premisas es necesario que el sistema comunista sucumba y se cree un estado de derecho. Con “los teólogos” cautivos por el régimen muy poco podemos esperar de esclarecimiento. Así lo confiesa Marichal cuando reconoce que “el protestantismo aún no ha encontrado su lugar social en la Cuba socialista."

¿Sabe Marichal porqué la iglesia no tiene su espacio en la Cuba castrista?. Pues simplemente porque lo ha perdido con resignación y con complicidad para quienes se lo han arrebatado; pero fundamentalmente porque los líderes espirituales del pueblo no definen su compromiso para con los pobres y los oprimidos, sino que se acomodan adulonamente a los términos impuestos por la tiranía.

Nuestra esperanza es que llegará la hora de la verdad. Los teólogos de la adulonería de hoy tendrán que acogerse como castigo al ostracismo y surgirán nuevas voces que proclamarán los valores de la libertad y reconsiderarán la verdadera misión de la iglesia y de los cristianos. Para esa hora, gracias a Dios, ya no nos falta mucho.
Por el Rev. Martín N. Añorga, desde Miami
La Teología de la Adulación

Los seres humanos somos vanidosos por naturaleza y nos encantan los títulos, las deferencias y los elogios. A veces nos van quedando cortos algunos apelativos y nos vemos en la urgente necesidad de acudir a otros. Por ejemplo, hoy día hay clérigos que ya no se conforman con su identidad pastoral y optan por llamarse apóstoles a sí mismos, designación que antaño estaba reservada para los doce compañeros de Jesús en la trayectoria de su ministerio terrenal. Y existen, además, los que se auto clasifican como teólogos, distinción que tradicionalmente se aplicaba a los grandes pensadores y expositores de los más profundos temas espirituales.

En Cuba, en días pasados, auspiciado por el Consejo de Iglesias (CIC), se llevó a cabo lo que han dado en llamar un “Encuentro de Generaciones de Teólogos Cubanos,” evento que ha tenido lugar en la catedral episcopal de la Santísima Trinidad enclavada en el centro de La Habana. Es interesante descubrir de pronto cuántos teólogos hay en la Isla, reina de Las Antillas. Ya no se habla de pastores, ministros, misioneros o clérigos, ni aún de apóstoles, ahora la tarjeta de identidad clasifica como teólogo a cualquier sencillo predicador que haya colgado de su pared algún diploma que acredite sus estudios de seminario. Y en muchos casos, tal título no es necesario. Basta que alguien decida ser teólogo, y asunto concluido.

Reconocemos que actualmente el concepto de lo que es teología se ha convertido en una inmensa sombrilla bajo la cual se cobijan las más disímiles tendencias. No es de extrañarnos, pues, que existan grupos que desarrollen conceptos políticos y socio económicos con intenciones preconcebidas de apoyo a determinados regímenes y líderes, y que lo hagan en nombre de la teología. Ahora bien, el hecho de que reconozcamos esta realidad no invalida el derecho a nuestra oposición crítica.

¿Qué ha sucedido en La Habana con el “Encuentro de Generaciones de Teólogos Cubanos?. En primer lugar, este “encuentro” carece de una apropiada definición de términos, ya que se nos presentan como teólogos individuos que no son voceros de Dios, sino instrumentos dóciles del sistema comunista totalitario imperante en la Isla. Y además, existe una evidente desviación del propósito verdadero del pensamiento teológico. La teología no es el esfuerzo para comprometer a la iglesia con el mundo, sino el instrumento para emitir sobre el mundo el juicio y el veredicto de Dios. Los teólogos cubanos no tratan de influir en la sociedad, sino que se someten a la misma. Esa desviación conceptual los descalifica para ostentar el título que se han auto impuesto.

Por ejemplo tenemos a Pablo Odén Marichal, pastor de una parroquia en la ciudad de Matanzas, actividad que le da mucho menos orgullo que el de ser miembro de la llamada Asamblea del Poder Popular. Ahora se nos estrena como teólogo y diserta sobre el lugar del protestantismo en Cuba. El lugar que le ofrece al protestantismo es éste: “Antes de pedir espacios en la radio y la televisión para predicar el evangelio, y escuelas para enseñar la moral cristiana, pidamos espacios para pedir perdón a las familias cubanas por la discriminación racial en nuestros antiguos colegios y la discriminación de la mujer y de la juventud.”

Si ciertamente los líderes protestantes tienen que pedir perdón no es por los supuestos errores del pasado, sino por las cobardías y las traiciones del presente. ¿Por qué Odén y sus “compañeros teólogos” no piden perdón público por el silencio cobarde con el que aceptan la opresión, los abusos y las injusticias de un régimen despiadado que se basa en la discriminación , la intolerancia y el totalitarismo? ¿Han criticado los fusilamientos, han ministrado a los presos, han condenado la injusticia socioeconómica vigente en el país, o han dejado de ir a las tiendas diplomáticas para identificarse con un pueblo que vive al nivel de la más humillante pobreza?

En Cuba se han cometido injusticias oprobiosas en contra de ministros y sacerdotes, y lo que han hecho los jerarcas del Consejo Ecuménico, en lugar de extender las manos para ayudar a sus hermanos de fe, ha sido usarlas para aplaudir servilmente al opresor y al asesino de su propia gente.

Parte del programa del Encuentro de Generaciones de Teólogos Cubanos fue ofrecer un reconocimiento al “teólogo brasileño de la Liberación”, Fray Beto en agradecimiento a su libro, hoy día obsoleto, “Fidel y la Religión.” El viejo sacerdote revolucionario quiso inscribir un pensamiento para la historia: “vivir es un acto eucarístico”. Es lamentable que no haya explicado qué quiso decir con esto, pues lo cierto es que si la vida es un acto sacramental, las vidas de muchos de los personeros que le adularon se han convertido en una blasfemia y en una profanación.

En Cuba, y lo decimos con dolor, se ha inaugurado un nuevo sistema teológico que no vacilamos en describir como la “teología de la adulación”. El escoger a Fray Beto para exaltarlo es una forma de expresar adhesión al ya casi deshecho sistema teológico que pretende santificar los regímenes marxistas totalitarios con el pretexto de que promueven la justicia social, y el exponer un credo de auto confesión de pecados es una forma sutilmente cobarde de congraciarse con el tirano que a algunos les regala privilegios y a todos los demás les suprime los derechos.

Creemos, a pesar de todo, que es necesaria una convocatoria teológica para poner en perspectiva bíblico-profética el acontecer cubano a lo largo de estas últimas cinco décadas. Pero para ello necesitamos honradez de pensamiento, libertad de expresión y valentía para correr riesgos. Para que se cumplan estas premisas es necesario que el sistema comunista sucumba y se cree un estado de derecho. Con “los teólogos” cautivos por el régimen muy poco podemos esperar de esclarecimiento. Así lo confiesa Marichal cuando reconoce que “el protestantismo aún no ha encontrado su lugar social en la Cuba socialista."

¿Sabe Marichal porqué la iglesia no tiene su espacio en la Cuba castrista?. Pues simplemente porque lo ha perdido con resignación y con complicidad para quienes se lo han arrebatado; pero fundamentalmente porque los líderes espirituales del pueblo no definen su compromiso para con los pobres y los oprimidos, sino que se acomodan adulonamente a los términos impuestos por la tiranía.

Nuestra esperanza es que llegará la hora de la verdad. Los teólogos de la adulonería de hoy tendrán que acogerse como castigo al ostracismo y surgirán nuevas voces que proclamarán los valores de la libertad y reconsiderarán la verdadera misión de la iglesia y de los cristianos. Para esa hora, gracias a Dios, ya no nos falta mucho."

Abril 21, 2005
http://www.cubaliberal.org/opinion/